En Tucumán, San Pedro se viste de fiesta cada febrero para celebrar el día de la Virgen de Lourdes y consecuentemente, quienes son devotos de ella y de nuestra querida Bernardita asisten para llenarse de gracia. Sin duda acertás al ir si es eso lo que buscas, porque Dios se instala esos días en la gruta y en cada persona alrededor de todos los espacios y celebraciones que con tanta dedicación se preparan.
En este contexto el grupo de Apóstoles de Lourdes realiza un retiro misión ideal para empezar el año.
Ahí estuve yo, convocada y providencialmente incluida en los cupos de asistencia.
Cuando se habla de retiro a mi me surge la idea de descanso y crecimiento personal, de revisión y reencuentro. Cuando me hablas de misión me emociono, me entusiasmo, me ilusiono por conocer y recibir al Dios que los demás viven a la manera milagrosa y tan única que Él tiene de mostrarse. Sin embargo, uno puede estar muy distraído en el verano, demasiado “de vacaciones”, así que por momentos sentí deseos de quedarme a aprovechar un fin de semana más para dormir. Pero mi necesidad de Dios, de unos días de mimos espirituales fueron más fuertes.
El retiro tuvo momentos de sacudones, durante las charlas, tal vez en un juego, capaz cantando, quien te dice que mientras preparabas las cosas para la misión, pero seguro que te atropellas con vos mismo y con ese espacio que le estas dando o no a Dios. En mi caso y para ponerlos a tono con lo que hicimos pude descubrir el gozo que da la gracia en los demás chicos, pude reconocerme súper bendecida al entrar en la profundidad de la historia de vida de Bernardita, me permití descansar y disfrutar porque confié en quienes entregaron gran parte de su tiempo para prepararlo todo para esos días, conocí la generosidad y la entrega de mujeres que ofrecieron su fin de semana para estar cerca nuestro y ayudarnos con el servicio desinteresado, me deje llevar por las sensaciones únicas que genera la música y que en apóstoles es un don indiscutible, me permití compartir algunas de las cosas que sentí y tuve quienes me escucharon con atención y dulzura, me divertí jugando y descargue miles de pilas, me conmoví con el corazón de los niños a quienes pudimos entregarle un espacio de juego, me emocioné hasta las lagrimas cuando compartimos con toda la comunidad (un número altísimo de peregrinos –entre esos mi familia, un regalo más de Dios-) la misa y la escenificación.
Sin duda que María estuvo entre nosotros. Ella es el motor excepcional que eligió El Padre para que acercarnos a Él. Cuando tenemos la suerte de conocer el “mensaje de Lourdes” o mejor dicho el mensaje de Jesús, no podemos quedarnos quietos, tenemos que salir a mostrar un poco de paz, de sencillez, de desprendimiento. Pienso en lo que habrá sentido Bernardita después de cada Aparición, incluso confundida ella tenía una fuerza que no reconocía, una valentía que por supuesto tiene el nombre de Dios. Qué lindo sentirnos de verdad empujados por esa llamita que nunca se apaga, sacudidos por el viento del Espíritu. Cada vez que tengo la oportunidad de compartir estas cosas desearía estar en la voz de quienes me leen para que no pasen por alto el entusiasmo y la alegría que me invaden en estos momentos, que sepan que cuando hablo del Espíritu no es algo más, es eso maravilloso que uno experimenta. Hoy mi corazón recibió una caricia que me obliga a salir al encuentro. Gracias Dios, gracias María por ponernos estos días juntos, como grupo y como Iglesia.
¡Santa Argentina! ¡Apóstoles presente!
El 11 de Febrero de este año, los Argentinos recibimos del Papa Francisco a nuestra